SINOPSIS: Dos policías. Dos asesinos. Un escándalo político. Un
bonito cadáver. Y una ciudad asediada por el miedo. Después del asesinato del
senador Sterling nada volverá a ser igual. Philip Carlisle, de Homicidios, ha
visto morir a su colega Perry y ha jurado llegar al fondo del asunto, aunque
para ello tenga que destapar lo que el FBI quiere ocultar. En cuanto a los
asesinos? de la noche a la mañana se han visto traicionados por sus patrones,
tres peces verdaderamente gordos. A su colega Louis ya le han hecho un traje de
pino, así que Jimmy no tiene más remedio que aliarse con Carlisle para mandar
al carajo el acuario entero. Con unos personajes fascinantes y unos diálogos
dignos del mejor Tarantino, Disparo a la cabeza hará las delicias de los
amantes del género negro. «Afilada y refrescante como una cerveza tras un trago
de whisky. Una historia negra no apta para menores.» Hard Case Crime
Una
bala en la cabeza
Una bala en la cabeza fue un éxito rotundo en su
edición original, seriada en tres álbumes para el mercado franco-belga por
Castemar. La versión americana de Dynamite, dividida en seis grapas, también
gozó de la repercusión suficiente para ser posteriormente recopilada en un
volumen único. Ha sido traducida a varios idiomas y, en Francia, sigue reeditándose,
disponible tanto en blanco y negro como con el color de Chis Blythe, que no
aporta gran cosa narrativamente, pero es adecuado y correcto. Es la obra más
relevante de sus dos autores, recibió el Prix Saint-Michel de
Bruselas a la mejor historia en el 2004 y, ahora, se prepara su estreno en la
gran pantalla con dirección de Walter Hill.
Conviene recordar todo esto, porque la edición de
Mondadori es tan canija y humilde, sin textos introductorios ni material extra,
que bien podría pasar desapercibida. Con ese tamaño, por desgracia no se pueden
apreciar las páginas en todo lo que son; por suerte ante la avalancha de
títulos de estos meses, se puede conseguir uno de los cómics autoconclusivos
más exitosos y relevantes a nivel internacional de los últimos años a un precio
módico.
Matz, seudónimo de Alexis Nolen, es, junto
a Fabien Nury, uno de los poquísimos nuevos guionistas que están
logrado abrirse paso entre las viejas glorias de la BD comercial, como Van
Hamme oJodorowsky. Aquí pudo verse su serie El Asesino,
publicada por Norma en cinco lujosos álbumes dibujados por un tal Luc
Jacamon. La historia no era gran cosa y el dibujante, con quien Matz volvió
a colaborar en el díptico Cyclops, tampoco resultaba demasiado espectacular,
pero, por alguna razón, su trabajo conjunto tuvo cierto impacto.
El australiano Colin Wilson ocupa
un extraño lugar en el mundo del cómic: tras treinta años largos de oficio, no
se ha convertido en una referencia ineludible, ni ha trascendido su popularidad
más allá del nicho de aficionados incondicionales al medio. Sin embargo,
destaca por encima de cualquier otro profesional que trabaje habitualmente por
encargo gracias a su versatilidad y reconocimiento internacional. Se ha
ocupado, entre otras, de las páginas de Blueberry en
Francia, Tex en Italia, Juez Dredd en
Inglaterra… Últimamente, ha trabajado para las grandes editoriales americanas
con guionistas de renombre como Garth Ennis en Battler Britton o Ed
Brubaker en Point Blank, que dio lugar a la serie Sleeper,
con la que el escritor se consagraría definitivamente.
En la actualidad, colabora con su amigo y
compatriota, el joven y reconocido dramaturgo Tommy Taylor, al que
el propio Colin Wilson descubrió para el cómic. Juntos han
creado la saga Star Wars: Invasion y parecen llamados a formar equipo
nuevamente en el futuro.
Colin Wilson se adapta a cualquier género, mercado,
estilo y formato. Su planificación y composición de página es orgánica, no hay
ningún artificio que llame la atención y distraiga del relato. La lectura de
sus historietas es muy intuitiva. A esto ayuda su trazo, siempre suelto y
flexible, por mucho trabajo que emplee en la construcción a lápiz de cada
viñeta. Gracias a todo ello, este veterano parece el artesano perfecto, con un
conocimiento del oficio inmenso y sin ningún rasgo propio que le singularice.
Sin embargo, sí hay un nexo común en todas sus obras que cuestiona su condición
de mero dibujante impersonal de encargo. Quienes recuerden Point Blank,
saben que nunca se ha visto un superhéroe tan patibulario como su Midnighter.
La primera página de su Star Wars: Invasion, no representa héroes o villanos
empuñando sables de luz, sino a un mecánico que parece salido del taller de la
esquina dando golpazos con una llave inglesa a la pseudotecnología propia de la
saga galáctica… Los escenarios de Colin Wilson, sean fantásticos,
naturalistas o de época, por muy elaborados y perfectamente diseñados que
estén, siempre parecen algo destartalados y caóticos. Sus personajes,
habitualmente, dan la impresión de necesitar unas largas vacaciones o, al
menos, una noche de sueño y una buena ducha. El dibujante tiende en todos sus
trabajos al realismo sucio con un toque de distanciamiento irónico, sin la
crudeza nihilista que, sobre todo en Criminal, adecuadamente otorgó
el británico Sean Philips a los desesperados guiones de
Brubaker.
Con Una bala en la cabeza, Colin
Wilson encontró, finalmente, la oportunidad de ser, no sólo encargado
del apartado gráfico, sino autor de un cómic cuyo exigente guion se adapta a
perfectamente a su concepción personal de las viñetas.
Esto no es Marvel. Tampoco uno de esos cómics
autobiográficos en los que los autores pretenden expresar su mundo interior. No
hay fantasías, juegos formales, alegorías ni idealización. Colin Wilsondibuja
escenarios reales y personajes que casi parecen de carne y hueso, sacrificando
el lucimiento fácil en favor de la credibilidad. Nos sitúa rápidamente en la
acción, que tiene lugar en diversos escenarios de los Estados Unidos, y hace
interpretar con convicción sus papeles tanto a la nutrida galería de
secundarios como a los dos personajes que llevan el peso de la narración. Es
una historia sólida, caudalosa y contundente que tiene lugar en las cloacas del
poder, tan peligrosas como un nido de víboras, pero los autores tienen el buen
sentido de no caer en el fatalismo ni tomársela del todo en serio. Los
divertidísimos diálogos son uno de los puntos fuertes. Destaca la fluida
solidez del guion frente a ese primer intento que fue El asesino, algo espeso por
el error de principiante que supuso poner un exceso de reflexión introspectiva
––tan ramplona como pretenciosa–– en boca y mente del protagonista. Con Una
bala en la cabeza, Matz parece haberse dado cuenta de que
puede tratar cualquier tema, siempre y cuando lo utilice para narrar en vez de
para dar un discurso, y aquí lo consigue brillantemente. La tesis de la obra es
simple, contundente y explícita, desde el nombre de los tres capítulos que la
componen hasta su exposición en boca de los protagonistas: el mundo se divide
entre «peces pequeños» y «peces gordos» enfrentados en una guerra sin
cuartel ni normas. Los «peces pequeños» sólo tienen dos opciones para
sobrevivir, enfrentarse a los crueles «peces gordos» u obedecer órdenes siendo
cómplices de sus planes de dominación. No hay término medio La lectura es
convulsiva, sólo puede dejarse por un momento de avanzar cuando resulta
imperativo volver atrás unas cuantas páginas para no perderse en el enrevesado
argumento. No hay textos de apoyo ni globos de pensamiento, el lector asiste a
los hechos y conversaciones como si tuvieran lugar ante sus mismísimas narices.
No le es posible saber por tanto qué les pasa por la cabeza a los personajes en
el momento de jugar sus cartas, pero sí intuye qué les pasará por la cabeza de
cometer un solo error en sus maquinaciones: plomo.
Jimmy es un sicario algo hortera al que encargan
asesinar a Douglas P. Sterling, un senador conservador al más puro estilo
«Tea-party» que ha tratado en el pasado con la mafia y, en el momento del
crimen, se encuentra retozando con una menor. Carlise es un gris funcionario de
la policía que debe investigar el caso. Ambos se encuentran con la sorpresa de
que nadie en las altas esferas tiene la menor intención de esclarecerlo y, al
contrario, parece haber un gran interés en tapar el asunto. Sus caminos
empiezan siendo paralelos pero, inevitablemente, terminan por confluir cuando
deciden dejar de ser peones en la partida de ajedrez para desentrañar las
reglas del juego aunque sea necesario hacer saltar por los aires el tablero. Al
tratarse de un policía y un mafioso de medio pelo, la obra tiene aires de «peli
de colegas», pero además contiene algunos creíbles toques que la hacen sólo un
poco menos superficial de lo habitual en este subgénero siendo igual de
divertida.
En la contraportada aparece, por pura inercia, la
obligada referencia a Tarantino. La obra tiene algunos puntos en común con la
estilización socarrona de la violencia del cineasta verborreico. Matzparece
haberse fijado también en las novelas de Elmore Leonard y
haber echado un vistazo a las intrigas, algo más densas, de autores europeos
del llamado «neopolar», como J.P. Manchette oDaniel Pennac ––ambos
conocidos por los aficionados al cómic gracias a sus colaboraciones con Jacques
Tardí––, que utilizan las convenciones netamente americanas del género negro
para lanzar mensajes combativos.
Además, los autores juegan con la ficción, haciendo
referencias directas al cine de género, colocando como quien no quiere la cosa
una novela del Dave Robicheaux de James Lee Burke sobre una
mesa de restaurante, u homenajeando directamente en una viñeta el «Nightshawk»
de Edward Hopper. La discusión entre si los sueños que representa
la ficción aportan algo o bien hay limitarse a aceptar la realidad como viene
es en parte leitmotiv de la obra. La respuesta llega con un esperanzador cameo
final que, de repetirse en la versión cinematográfica, será un auténtico
puntazo. Pero, además, en torno al perfecto Mcguffin, hay otra duda flotando a
los largo de todas las páginas que no encuentra respuesta y a la que deberá ser
el lector quien conteste: ¿Es adecuado gastarse dos mil pavos en unos zapatos? Por Oscar
Pérez Varela
TITULO: Una
bala en la cabeza
AUTOR (ES): Colin Wilson y Matz - Alexis Nolent
FICHA TÉCNICA:
Copyright ©
2008, Casterman, Bruselas. Todos los derechos reservados.
Copyright ©
2012, Random House Mondadori, S.A.
Copyright ©
Rosa Alapont Calderaro, por la traducción
Género:
Cómic
ISBN: 978-84-9989-673-1
Edita: DEBOLS!LLO
Edición: Primera edición: abril, 2012
Páginas: 176
Dimensiones: 15.1 x 21 CMS
Tipo de Edición: Rústica
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